La economía europea atraviesa un periodo de inestabilidad donde las tensiones geopolíticas se entrelazan con un marcado desaceleramiento del crecimiento. En este contexto incierto, el Banco Central Europeo (BCE) se enfrenta a un gran desafío: reconciliar la necesidad de contener la inflación con la urgencia de relanzar una economía debilitada. Para abordar estos retos, la institución dirigida por Christine Lagarde ha anunciado una nueva reducción de su tasa de interés, que se ha rebajado 25 puntos básicos al 3%. Esta decisión, la tercera de este tipo en seis meses, refleja un enfoque gradual y cauteloso. Sin embargo, esta elección desencadena críticas. Mientras que algunos celebran la continuidad de esta política, otros señalan la falta de audacia y consideran que se necesitarían medidas más ambiciosas para estimular el consumo y la inversión.